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La importancia de hablar las cosas

La importancia de hablar las cosas

En mi último trabajo estaba establecido que cada tres o cuatro meses se cambiaba de sitio en la oficina. Había unas salas mejores que otras, así que con esa medida se conseguía que en algún momento todos acabáramos pasando tanto por las salas buenas como por las menos buenas.

Una de las veces que cambié con mi departamento de una sala a otra se dio una situación que me llamó la atención. A pesar de que los sitios estaban asignados, se generó un debate sobre quién debía ocupar cada sitio porque algunas personas no estaban muy conformes con lo asignado. Los argumentos de unos y otros eran un tanto absurdos porque no eran los motivos reales, que por otro lado, todos sabíamos. Así que ese “juego” de buenas formas y excusas me resultó un poco ridículo.

Fue una situación en la que nadie quería ofender a nadie y por eso se montó aquel “paripé”. Se trata de un hecho anecdótico, pero he comprobado que es un tipo de situación que se da con frecuencia y que en otras ocasiones repercute en el buen funcionamiento de un equipo y, como consecuencia, en los proyectos que se están llevando a cabo.

El problema es que muchas veces no nos atrevemos a decir las cosas a los demás como las pensamos y acabamos perdiendo el tiempo en discusiones absurdas por temor a ofender a alguien o resultar poco correcto.

Y a menudo, no ser sincero con los demás y guardarnos opiniones va generando una especie de “pelota” que va creciendo y crea mal ambiente. No soporto los ambientes enrarecidos en los que la tensión se puede palpar y en los que se intuyen malos rollos por cosas no dichas a tiempo. He comprobado que la gente se acostumbra a ello, a mí me cuesta mucho estar cómoda en esas situaciones.

Creo firmemente en la importancia de hablar las cosas, de ser honestos con las personas con las que trabajamos (desde compañeros a coordinadores o jefes), con las que compartimos tantas horas al día y con las que tenemos que sacar adelante proyectos. No elegimos a nuestros compañeros de trabajo, no siempre estamos de acuerdo en todo, no siempre “encajamos” a nivel personal, pero tenemos que apañárnoslas para estar lo más a gusto posible juntos y, para eso, es fundamental ser claros los unos con los otros.

Decir las cosas con claridad nos ayuda a trabajar mejor y ser más eficientes

Las personas aprendemos de los comentarios de los demás. Porque a veces incluso no nos damos cuenta de que podemos estar incomodando o molestando a otro con alguna actitud o manera de hacer alguna cosa. Si el otro es capaz de decírnoslo, aprenderemos (y lo lógico es que intentemos corregirlo, claro).

En un ambiente en el que todo el mundo se sienta cómodo y con la confianza suficiente para poder decir lo que piensa en cada momento, se trabaja mejor. Un equipo con esas características es mucho más eficiente, para empezar porque no pierde el tiempo en andarse por las ramas cuando algunos miembros discrepan en algo. Las cosas se ponen encima de la mesa, se hablan y se solucionan.

Incluso cuando la cagamos. Todos nos podemos equivocar, errar es humano. Pero también he vivido situaciones absurdas en las que alguien ha metido la pata y en vez de reconocerlo e intentar solucionarlo, escurre el bulto y eso acaba alargando más la manera en que se soluciona el error e incluso se acaba perdiendo el tiempo en buscar culpables. Si somos honestos con nosotros mismos, con los demás y nos ponemos manos a la obra para arreglar el fallo, todo será más rápido y más sencillo. 

Es evidente que conseguir y mantener ese tipo de ambiente de confianza en un equipo también tiene que estar impulsado por la gente que lo coordina. Pero a nivel individual se trata de aprender a decir las cosas y aprender a escucharlas.

Aprender a decir las cosas porque ser sincero o hablar con claridad no significa soltar sapos y culebras por la boca cuando algo no nos gusta. Hay personas que presumen de ser muy claras y decir siempre lo que piensan y lo que realmente hacen es criticar sin más. Existe una línea muy delgada entre tratar un tema de una manera constructiva y ser un impertinente o un maleducado. Si le dices a un compañero que lo que ha hecho es una mierda, lo único que conseguirás es que se ofenda (con razón) y que no aprenda del posible error que haya cometido.

Hay que saber escoger las palabras (y muchas veces también el momento de hablar y el lugar) para ser lo más claro y sincero posible y al mismo tiempo constructivo. Hablar las cosas debe servir para que todo avance y que la próxima vez no vuelva a pasar lo que sea que esta vez ha dificultado algo y, así, seamos más eficaces y mejores.

Aunque alguien nos caiga muy mal y todo lo que haga o diga nos ponga de los nervios (eso pasa en los grupos de trabajo y hay que reconocerlo), tenemos que buscar la manera de decir las cosas bien para que sea útil.

En ocasiones resulta incluso más difícil decir algo negativo a alguien a quien tenemos aprecio. Pero sea como sea, tanto si nos cae bien como si nos cae mal, si conseguimos hablar las cosas de manera correcta, estaremos ayudando a que todo fluya mejor.

Y por otro lado, no solo se trata de saber decir las cosas, tenemos que aprender a escuchar lo que otros tienen que decirnos. Porque una parte muy importante de que nos cueste tanto hablar las cosas y ser claros con los demás es que nosotros mismos no sabemos encarar comentarios negativos.

Como decía antes tenemos que ser humildes y saber que podemos equivocarnos de vez en cuando y saber reconocer nuestros errores. Así aprenderemos a no volver a cometerlos. Y como también comentaba anteriormente, tenemos que entender que a veces podemos estar molestando a alguien sin ser conscientes.

Partiendo de eso, tenemos que saber asumir una actitud relajada ante las críticas (siempre que sean constructivas), no estar a la defensiva siempre y aprender a escuchar para darnos cuenta de las cosas en las que podemos mejorar.

Mi experiencia es que siendo honesto con los demás se vive más tranquilo, se evitan situaciones tensas y desagradables, comeduras de cabeza innecesarias, se acaba conectando mejor con las personas y se consigue estar más a gusto en cualquier sitio.

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